Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Maniqueísmo, muerte y fugacidad; el arte en su pedestal

de las naturalezas muertas de Sánchez Cotán al padre muerto que yace de Ron Mueck.

¿qué separa la naturaleza muerta de Sánchez Cotán y la escultura hiperrealista de Ron Mueck?

Fotografías: Juan Sánchez Cotán,  “Bodegón con membrillo, repollo melón y pepino” (vía The San Diego Museum of Art)

Ron Mueck, “Dead Dad” (vía Galerie Thaddaeus Ropac)

La muerte, el dolor del duelo, la dualidad del bien y del mal, la fugacidad; lo que nos hace frágiles y mártires de nuestra propia vida. El arte se sirve de las cuestiones universales para conectar con nuestra propia esencia y hacer de una manifestación individual una cuestión plural compartida.

Es el arte -como fenómeno ajeno, vivo y sangrante- el encargado de elevarse por encima de nosotros y nos hace ser meros títeres, asistiendo expectantes a nuestras propias obras de teatro (conocidas como vidas).

Es el arte como torbellino devastador el que nos para de bruces y nos señala a la realidad inexorable de aquello que somos: seres finitos, débiles en ocasiones -presas como no, de nuestros miedos- o fuertes por supervivencia; la realidad siempre se nos adelanta, cueste lo que cueste.

Es el arte el que es capaz de reflejar las más bajas condiciones del hombre y ponerlas ante nuestras entrañas para conectar los bodegones de Sánchez Cotán de hace más de cinco siglos y las esculturas hiperrealistas de Ron Mueck.

Es el arte que nos dice que los alimentos retratados en los bodegones del pintor español del Barroco representan lo mismo que la escultura contemporánea del australiano, Dead Dad. Dos imágenes congeladas, que yacen pétreas como dormidas, esperando a ser despertadas de su -ya- eterno letargo. Dos realidades lejanas e iguales.

Es el arte una manzana podrida, un material pobre, una lasca de mármol, un poco de resina, una lámina, un hilo de sangre colgando de un elemento vivo, una turba de infames aves o una piedra que pretende ser carne.

 

Lo que está bien y lo que está mal, suspendido entre dos heráclitos caminos que siempre cambian, que siempre evolucionan. La vida, un río que desemboca. El arte una copla de Manrique que levita entre cuervos negros y esculturas que hablan del duelo del padre muerto.

deaddad

ARTÍCULOS RELACIONADOS