En Las Bacantes, la tragedia griega escrita en el año 409 a. C por Eurípides la tensión dramática llega a su clímax cuando, extasiados por un potente ritual, los miembros del grupo, llevan a cabo una acción que traerá hondas consecuencias. En la obra, las mujeres tebanas —poseídas por el dios Dioniso— abandonan la ciudad para entregarse a su culto en comunidad, desafiando al orden impuesto por Penteo, el rey de Tebas. El coro diluye lo individual en lo común y lo hace partícipe de un trance colectivo, asistiendo a un ritmo compartido en el que cada impulso personal deja de ser un gesto aislado.
El rito antiguo, arcaico, se transforma en el presente: si en la tragedia griega ese clamor común —catártico— abría la puerta al universo de lo divino, en la contemporaneidad el arte ocupa ese lugar de mediación, entre el mundo y la sociedad. La apertura simultánea de galerías, la expectación del público visitante, el desplazamiento coral, colectivo, por la ciudad, activa una acción compartida que evoca esa pulsión primigenia. Lo que antaño fue monte, fuego, ritos y canto, hoy son espacios, muros, itinerarios urbanos. La belleza está en los ojos de quien mira; el espectador se transmuta al participar en la ceremonia estética sublimada. La colectividad sigue siendo el núcleo: es en el gesto compartido donde el arte y su creación encuentran su mayor potencia soterrada.


En 1997 se celebró la primera edición de una suerte de ritual colectivo contemporáneo: la Nit de L’Art de Palma —impulsada por Art Palma Contemporani, la asociación de galerías de arte contemporáneo de las Islas Baleares—, que cumple este año 29 ediciones. Una cita que inaugura el calendario cultural en el territorio balear y que en este caso ha reunido a veinte galerías e instituciones. Pese a algunas propuestas arriesgadas —como la de Fermay, un group show exclusivamente escultórico o la de Florit Florit, una intervención conceptual desplegada en un edificio de los años sesenta— la pintura ha sido la gran protagonista, reclamando de nuevo un lugar central y hegemónico en la escena. Una mirada horadada por los grandes circuitos artísticos, que ponen la ciudad al servicio de una cita: el opening, la rentrée, la apertura. La melancolía esotérica de la apuesta artística de Galería Pelaires. Una doble exposición —ambas curadas por Saša Bogojev, un show colectivo, Parsley, sage, rosemary and thyme y una monográfica de Andrei Pokrovskii, Mælådy— envueltas en el artesonado que cubre el espacio blanco, con un misticismo provocador que rinde homenaje a lo oculto, al vehículo de la figuración evidente y sensual. Destellos de aire conceptual-instalativo que recorren los espacios de Tube Gallery—con su próximo cambio de nombre, como apuesta formal—; Plastic Street, comisariada por Raquel Victoria en la Bibi + Reus City, con un aire fresco, travieso, insumiso, lúdico, con una propuesta pictórica a cuatro manos de los artistas uruguayos Maite y Manuel. Galería Fermay —y la exposición grupal En Forma, con texto de Cristina Ramos y trabajos de Damaris Pan, Elisa Braem y Edward Lipski—sorprende al visitante con sus formas escultóricas, monocromas, cercanas a lo oriental y la espiritualidad terrenal. Se percibe cierto equilibrio en las apuestas artísticas: Palma, pese a la insularidad, se conecta con los circuitos nacionales e internacionales, y lo hace desde la densidad pictórica, condensando una leve experimentación en la mirada.



Aquí, en la Nit de L’Art —y siguiendo con el vínculo simbólico de Las bacantes— el arte sustituye al dios y la galería al monte Citerón. El público, transformado en coro y personaje protagónico, comparte una mirada múltiple, especular y ritualizada. El triunfo de la pintura, lejos de ser un gesto nostálgico, casi homenajístico, se convierte en vehículo de comunión plural: una ceremonia en la que lo individual se funde en la experiencia colectiva. Palma, por una noche, recupera la vibración dionisíaca de los antiguos, demostrando que el arte sigue siendo capaz de convocar a la multitud en torno a un misterio común que nos acecha e interpela de manera constante.
