volvemos continuamente sobre los mismos pasos una y otra vez. el eterno tropezar, pero siempre diferente, nunca igual. ¿es acaso nefasta la idea de la (re)interpretación o es siquiera inocua?

Fotografía por Carlos Folmo

Siempre me he preguntado si había algún tipo de límite en la creación artística. Si el arte llega hasta un punto y a partir de ahí no puede abarcar más ni llegar a ningún otro lugar. El arte llega hasta donde tiene que llegar. Sin embargo, cabría también cuestionarse si el arte existe con independencia del ser humano o uno no se entiende sin el otro. Depende de a qué obra nos estemos refiriendo podría declinarme por una cosa o por otra. Sin entrar en esta última cuestión -de la que podríamos divagar sin fin- me dirijo al planteamiento de si el arte, al igual que el ser humano, se encuentra siempre en plena evolución y movimiento, o por el contrario, tuvo su apogeo tiempo ha y todas las manifestaciones que surgen ahora -desde la modernidad- son el resultado de un volver continuamente a echar la vista atrás. La época neo de los neos, el revival continuo, el collage infinito. Un aspecto bastante destacable del ser humano es el persistente desprecio del hic et nunc por un pasado mejor. El cine de antaño era otra cosa, nunca se volverá a hacer música como la de antes, las artes plásticas de ahora solo imitan a lo antiguo. Pero, curiosamente, en estos supuestos momentos en los que todas las artes llegaron a sus respectivas cimas, ¿fueron reconocidos como tal por sus coetáneos? ¿Acaso no es posible que vivamos una época artística que agoniza en un continuo revival, que jamás cesará, porque el ser humano pese a sus aparentes avances (y grandes retrocesos asimismo) también es un continuo revival en sí? Realmente, si nos paramos a pensarlo, los límites en la creación artística de los que hablaba al principio parecen ser infinitos; de hecho, parece que poner límites a la creación artística sería poner trabas al ser humano mismo y somos demasiado egocéntricos como para tal afirmación.


Dejando a un lado la torpeza humana quisiera advertir sobre continuo reinventarse de las artes a lo largo de toda la historia conocida y relatada. Siglo XIX, Renacimiento, Art Noveau, los neos de finales del XX y un largo etc. Valoramos la autenticidad por bandera como cuño del buen hacer cuando, realmente, todas las manifestaciones primigenias no surgen de manera espontánea sino que son fruto de las sinergias, influencias y derivaciones propias, que han existido a lo largo de todas las épocas y permanecen en el tiempo cuando responden a cuestiones universales, da igual en qué momento histórico hayan existido. ¿Deberíamos buscar una creación artística primigenia de la que surgen todas las demás? ¿Cuál es la obra a la que deberíamos ponerle la etiqueta de original y cual sería la copia que interpreta a su creadora?


Centrémonos en el porqué del desdeñar del material artístico hecho en el presente. Claro que hay arte contemporáneo vacío -y ausente- al igual que lo hubo en la Edad Media pero no porque fueran meras copias. Abusamos continuamente del presentismo a la hora de analizar el arte anterior, intentando ponernos unos ojos añejos que simplemente no tenemos y juzgamos a lo que hay ahora como “no lo suficientemente bueno”. Las manifestaciones artísticas del siglo XVIII tenían un objetivo diferente a las del siglo XXI. Han cambiado porque nosotros hemos cambiado, pero eso no les da o quita calidad. No sé si es cuestión de falta de tiempo necesario para la valoración del arte actual o es que simplemente aún no estamos preparados para entenderlo. O quizás efectivamente no merece ser llamado arte porque es el resultado del revival del revival, la era del todo vale. Eso lo dejo a tu elección.

Fotografía por Carlos Folmo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba