en "rest energy" (fotografía del artículo extraída del archivo del MOMA) se nos propone el sutil juego de los límites del cuerpo y de la carne, el peligro y la manera en la que el público interactúa con todo esto. ¿quién es marina abramovic?

Pocos entendidos en el mundo del arte habrá que no conozcan a la artista Marina Abramovic y su legado en lo referido a la disciplina de la performance. Tanto a nivel individual como con su pareja artística y profesional, Ulay, contribuyó enormemente al desarrollo de la performance y el arte conceptual del siglo XX, junto a otras grandes figuras como Esther Ferrer, Rebecca Horn, Tania Bruguera o Ana Mendieta, entre otras muchas.

 

El trabajo de Abramovic se mueve entre los límites del cuerpo, lo carnal y lo terrenal, el dolor y las posibilidades y límites humanos. Es una obra que está viva y late aunque a veces adolezca de nadar demasiado entre los tiburones que rigen el mercado del arte (¿es posible separar mercado y arte?) y el aprovechamiento de traumas externos para canalizar su arte. Su última obra, Crystal Wall of Crying, denuncia y pone el énfasis en los muertos del genocidio de la II Guerra Mundial en Ucrania. Esta obra pretende ser la extensión geográfica y espiritual del Muro de las Lamentaciones ubicado en Jerusalén. Esta última acción, junto a método Abramovic online, puesto en marcha este mismo año -que pone a disposición de cualquier persona con navegación a internet algunas de las doctrinas artísticas más importantes de Abramovic-, ha vuelto a poner a la artista en el centro del meollo dentro del mundo del arte.

 

Más allá de simples caracterizaciones y demagógicos e inflados títulos, ¿qué hay detrás de aquella que conocemos como Marina Abramovic y qué ha supuesto para el arte contemporáneo? Como bien sabemos, el arte contemporáneo se nutre a veces de la polémica y el intento continuo de la originalidad y los discursos difíciles de pronunciar para intentar colarse como trabajos artísticos. Abramovic, como muchos otros, se ha convertido en un personaje -a veces hasta paródico- de sí mismo, por lo que sus palabras y hechos deben nutrirse de ciertos principios que pueden variar desde la polémica o la originalidad, para conseguir crear el ansiado sello personal del artista, aquel que hace reconocer la obra de un artista sea de la índole que sea. Abramovic ha conseguido tal sello personal, aunque a veces de manera más lícita que otras. Sea como fuere, el ego de artista aquí está bastante más inflado que en otros casos, en parte gracias a la extensa labor de la crítica de arte internacional. Galardones como el Premio Princesa de Asturias de las Artes han contribuido aún más a que el trabajo de Abramovic se instaure en el imaginario de la cultura popular.

 

Sin embargo, al César lo que es del César. Performances como Rest Energy, Relation in Movement o Death self, todas ellas realizadas con el anteriormente mencionado Ulay, caracterizan más la esencia y la valía de Abramovic que todo los títulos y fama concedidos posteriormente. En estas obras -que podríamos tildar prácticamente como trabajos de juventud- vemos el corazón y la profundidad de la artista serbia. El querer indagar y cuestionar la vida y lo que acontece alrededor de ella, el ser yo y no tú, la carne y y el espíritu, la memoria.

 

Ahora los trabajos de Abramovic distan mucho de ese querer poner las entrañas sobre la mesa.

 

Pero, ¿a quién le importa?

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