Mireia Massagué: “Solo se puede subsistir si eres relevante para tu comunidad”

Hablamos con la directora del museo Chillida Leku (Hernani) con motivo del opening de su última exposición.

En esta conversación con Mireia Massagué, directora de Chillida Leku desde octubre de 2018, exploramos la mirada contemporánea sobre el legado de Eduardo Chillida y cómo se gestiona uno de los museos más singulares del panorama artístico nacional. Massagué comparte su visión sobre la relación entre el espacio en su contexto, la obra y el visitante, así como el reto que supone mantener vivo un patrimonio artístico de esta magnitud en diálogo constante con la contemporaneidad y los nuevos públicos.

Rueda de prensa de la inauguración de "Limina: Cosmopolitan Chicken Project 30" en Chillida Leku. Cortesía de Chillida Leku y Acerca Comunicación.
Detalle de Pasaporte creado para "Limina: Cosmopolitan Chicken Project 30". Cortesía de Chillida Leku y Acerca Comunicación.

sirocomag: ¿Cómo se fragua el Cosmopolitan Chicken Project en Chillida Leku?

Mireia Massagué: Conocí a Koen durante una presentación de su proyecto. Su forma de comunicarse es cautivadora; tiene una forma de compartir muy especial. Cuando consigues quitarte el prejuicio que puede generar la idea de “una exposición sobre gallinas” —porque a primera vista puede parecer algo fuera de lugar—, descubres el trasfondo que hay detrás, que es realmente interesante. Hace un año volvimos a estar en contacto. Sus dos últimos proyectos habían sido en Bangladesh y en Noruega. En el Bergen Kunsthall, la directora me llamó para intentar conectarnos, porque le parecía interesante traerlo a San Sebastián. Estuvimos conversando y la clave fue viajar a Bélgica para conocer su fundación, su entorno y la forma en que trabaja. Allí entendí cómo ha creado un proyecto profundamente vinculado con su comunidad, algo que resuena mucho con el espíritu de Chillida Leku. Koen desarrolla proyectos que van más allá del arte: trabaja con la comunidad, a través de la alimentación… Para él, el arte solo tiene sentido si está conectado con el público. Y eso me pareció fundamental. Además, esta exposición era también una oportunidad para celebrar Chillida Leku a través de la arquitectura. Tenemos muchísimos visitantes arquitectos o estudiantes de arquitectura, incluso más que de Bellas Artes.

SM: Claro, el entorno arquitectónico en Chillida Leku es esencial.

MM: Sí, creo que Chillida conecta especialmente con ese sector. Además, como bien sabes, en Bellas Artes la escultura no siempre ocupa un lugar central. Por eso, el hecho de que exista una Bienal de arquitectura es la excusa perfecta para trabajar cada dos años —porque tenemos un presupuesto modesto, somos un pequeño gran museo— y vincular nuestra programación a la de la Bienal. Ya hicimos una primera incursión hace dos años, con una intervención en una de las salas del caserío y un programa de charlas que funcionó muy bien. Visto el resultado, tenía sentido repetir la experiencia en 2025. Propuse a los comisarios —Jon Garbizu, Victoria Collar y Gonzalo Peña Sancho—, con quienes ya habíamos trabajado, que se involucraran en esta nueva propuesta, que suponía un reto para todos. Chillida Leku no siempre se ha abierto a otros artistas, y mostrar otra obra en este contexto es un desafío. Pero los comisarios son brillantes y Koen es, además, una persona muy generosa. Él mismo dijo hoy en la rueda de prensa que esta es “una exposición hecha con amor”. Y es verdad: las cosas han fluido porque las energías funcionaron. Nos entendimos con él, los comisarios comprendieron su trabajo y supieron dialogar con el caserío sin imponerse a Chillida. El diseño de la exposición funcionó, y los resultados nos tienen muy contentos.

SM: Es valiente traer artistas como Koen, que se salen de lo común. Su trabajo es más lento, consciente, de largo plazo, algo que contrasta con las exposiciones blockbuster. Me gusta cómo intentáis conectar con el público a través de lo comunitario y participativo. Creo que lo estáis logrando muy bien.

MM: Justamente eso es lo que define a Chillida Leku. Tenemos la suerte de trabajar en un espacio muy distinto a un museo convencional de cuatro paredes blancas, que a veces puede resultar distante para el público. Aquí, la naturaleza y el entorno generan otra energía.

SM: Aquí se siente una energía muy especial.

MM: Sí, totalmente. Y coincido contigo: Chillida no necesita presentación ni defensa. Su obra habla por sí sola.

SM: Lo que buscáis también es otra cosa, ¿no? No reafirmar ni proteger su obra, porque no lo necesita.

MM: Exacto. El caserío es rotundo, la obra de Chillida también, pero a la vez delicada. Lo interesante es cómo establecer un diálogo desde lo contemporáneo: cómo conectar ese legado con públicos nuevos, con los jóvenes. Es un reto que compartimos con muchos otros museos.
Nos encanta trabajar sobre Chillida, pero proyectos como este nos ayudan a ampliar límites y a crecer: crece el artista, el proyecto y el museo.

SM: ¿Cuando trabajáis con otros artistas, necesitáis el visto bueno de la familia Chillida?

MM: Más que un visto bueno, buscamos que estén contentos y orgullosos con lo que hacemos. No se trata de pedir permiso, sino de sumar. Nos gusta que se involucren, porque juntos llegamos más lejos. Por ejemplo, cuando Luis y Mikel Chillida conocieron a Koen y su proyecto, se enamoraron de él. Es muy distinto verlo sobre el papel que conocer su universo en persona. Koen tiene una visión muy especial y un respeto enorme por los límites del lugar. Hemos creado un recorrido distinto para respetar las piezas de Chillida.

"Instead of Sleeping", obra de Koen Vanmechelen, como parte de "Limina: Cosmopolitan Chicken Project 30" en Chillida Leku. Cortesía de Chillida Leku y Acerca Comunicación.

SM: Entiendo, no se trata de rivalizar las obras.

MM: Exacto, no es una intrusión, sino una adaptación. Él lo explicó muy bien en la rueda de prensa: “la propia obra puede darte una bofetada y echarte del sitio”. Hay que conocer el espacio, sentirlo y ver cómo te aproximas a él. Muchos artistas se sienten fascinados por el caserío Zabalaga, es un espacio en sí mismo increíble, y la aproximación, en este caso, se hizo desde el respeto.

SM: Imagino la complejidad de la posición de cualquier artista que exponga aquí: convivir con un legado tan potente como el de Chillida sin perder la propia voz. Pero tanto Phyllida Barlow como Koen lo han logrado con enorme respeto. También me parece admirable que mantengáis el foco en el contexto local, sin perder de vista a la comunidad, algo que muchos museos descuidan buscando atraer público internacional.

MM: Siempre defiendo que solo se puede subsistir si eres relevante para tu comunidad. No tiene sentido una desconexión. Por supuesto, los visitantes nacionales e internacionales son fundamentales, pero, como decía Chillida, somos “un árbol abierto al mundo”. Uno de los lemas de la exposición es: “Lo global solo es posible por la generosidad de lo local”. Chillida Leku tiene sentido porque está enraizado en el País Vasco. Si no estuviera conectado con su entorno, probablemente el visitante tampoco tendría tanto interés en venir.

SM: ¿Hasta qué punto tenéis en cuenta al visitante a la hora de elaborar el programa de actividades?

MM: Muchísimo. Trabajamos para distintos tipos de público: familias, adultos, escuelas, personas en riesgo de exclusión… Además de los proyectos educativos, organizamos actividades como yoga con desayuno en verano, conciertos del Jazzaldia, la Quincena Musical o colaboraciones con Zinemaldia. Todo lo relevante que ocurre en nuestro entorno tiene su reflejo aquí. Así atraemos a públicos que quizás no conocerían el museo de otro modo. Más allá del crecimiento económico, es una ganancia social. Todo es cuestión de equilibrio.

 

SM: Al estar en un entorno geográficamente algo periférico, ¿os cuesta atraer público?

MM: Sí, uno de nuestros grandes retos ha sido la conexión con la ciudad. Llevamos tiempo reclamando un bidegorri, un carril bici y peatonal que una el museo con San Sebastián. Hasta ahora el acceso era complicado: una sola línea de bus cada media hora y una carretera poco segura para peatones. En octubre o noviembre comenzarán las obras, y será un punto de inflexión.
El año pasado tuvimos entre 80.000 y 85.000 visitantes, y tenemos capacidad para más. La movilidad es esencial, porque aunque estemos en un entorno verde y privilegiado, necesitamos estar bien conectados.

SM: Este tipo de museos —entre arte y naturaleza— suelen estar en lugares maravillosos, pero algo aislados. En vuestro caso, esa voluntad de conexión con el entorno y el público se percibe también en vuestro trabajo de mediación, que parece ocupar un papel central en la misión del museo.

MM: La mediación es fundamental para nosotros. Por ejemplo, con los colectivos en riesgo de exclusión. Cada año seleccionamos un grupo para trabajar en el Education Lab, un proyecto de mediación con estudiantes de Bellas Artes. Este año, gracias a la Eurorregión, hemos desarrollado un proyecto con Navarra, Francia y Euskadi, junto a un colectivo que trabaja con niños en riesgo. Hemos creado un espacio donde los alumnos pueden aprender y relacionarse. Es un esfuerzo, sí, pero forma parte de nuestra misión: ser un espacio de crecimiento y servicio. Nuestra relación con la Universidad del País Vasco, la de Bayona o Musikene es muy enriquecedora y nos permite crear proyectos que realmente conectan con el público.

SM: Y por último, ¿cómo crees que ha evolucionado Chillida Leku durante estos siete años al frente de la dirección? ¿Qué retos tienes ahora?

MM: El primer reto fue abrir. Llevaba mucho tiempo cerrado y era fundamental volver a ponerlo en marcha. La gente tenía que ver que estábamos abiertos y funcionando; solo así podían venir los siguientes pasos. Abrimos en abril de 2019 y, menos de un año después, llegó la pandemia. Eso nos frenó un poco, pero luego recuperamos el ritmo centrándonos en el centenario de Chillida. Desde entonces, muchas de las exposiciones siguen abiertas. Ahora, el reto es seguir conectando a Chillida con la contemporaneidad, con proyectos como este, aprovechando la singularidad del espacio. Para mí, el museo se sostiene sobre tres pilares:
primero, seguir siendo un centro de referencia para Eduardo Chillida;
segundo, consolidarse como un espacio dedicado a la escultura contemporánea —no hay muchos así—; y tercero, trabajar los retos de sostenibilidad, no solo medioambiental, sino también social. Pensar de qué manera tiene sentido que esto esté aquí. Esas son, para mí, las tres grandes líneas de Chillida Leku.

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