en esta conversación extraída de #sirocomag3 ernesto artillo habla sobre la fe, las creencias, su imaginario y sus llagas, sobre la sangre que derrama en cada obra y la pasión que lo desata.

Fotos: El cuerpo incómodo, 2019

Cortesía del artista. Conversación extraída de #sirocomag3

SM: Te mueves de una disciplina a otra continuamente. ¿Es por pura inconformidad o como manera de buscar nuevas vías de exploración y expresión?
EA: Para mí las disciplinas son una consecuencia del pro- ceso creativo. En mi camino artístico o existencial, que es el mismo, me aparecen preguntas. Estas preguntas siempre las he abordado desde el lenguaje, escribiendo intuiciones que se convierten en títulos o hipótesis y que voy desarrollando a lo largo del proceso en forma de ensayo. Cuando identifico el tema que quiero explorar, entonces elijo la disciplina más adecuada para hacerlo.

Artísticamente no soy nada o lo soy todo. No tengo ninguna formación artística concreta y por lo tanto tampoco ningún compromiso con el sacrificio que supone elegir. Exploro impunemente nuevas ejecuciones en cada proyecto y disfruto del aprendizaje.

Ahora incluso tengo la necesidad de evitar la única disciplina que ha estado presente en todos mis proyectos, la escritura. Las palabras, tan susceptibles de convertirse en una demostración intelectual o peor aún, en una opinión, empiezan desencantarme como forma de propiciar el encuentro. Quiero experimentar cómo acercarme a los de- más a través de lo sensitivo, con el cuerpo o directamente con el alma.

 

SM: ¿Hasta qué punto el folclore vertebra tu obra?
EA: Me siento más afín a los cofrades que a los artistas contemporáneos. Me parece que el folclore, que tiene esa facilidad para congeniar lo que se come con lo que se cree o lo que se baila, es muy afín a la vida. Así que para mí que vivir es el proyecto artístico más interesante, que cada vez distingo menos entre lo escénico y lo cotidiano, lo museístico y lo doméstico, la realidad de la ficción… entender mi obra como parte del folclore, me hace sentirla bien ubicada.

 

SM: Y si dejamos a un lado el folclore, ¿cómo definirías tu imaginario?
EA: Mi imaginario cuestiona el imaginario a través de los símbolos y tiene una lectura jeroglífica. Sin embargo, la mayoría de las imágenes que imagino, no las hago o las boicoteo negando su apariencia más complaciente. Esto tiene que ver por un lado con expandir las posibilidades de mi talento y por otro con evitar participar de la sobredosis de producción audiovisual contemporánea. El hecho de que ya todos seamos profesionales de la imagen formados en el máster de las redes sociales, ha deserotizado durante los últimos años mi relación con lo estético. De ahí que mis trabajos se hayan centrado más en la parte conceptual que en su resolución visual, sustituyendo las imágenes por las palabras.

Ahora que transito este proceso de reducirlas para dirigir la atención al cuerpo, intuyo que volveré a acercarme a la imagen con un deseo renovado, recuperando la ilusión por desarrollar imaginario y verlo aparecer desde un lugar diferente, resucitado.

 

SM: A nivel de espectadora veo que la poesía nutre tu trabajo. Al igual que el sueño y la vigilia. ¿Consideras que estos tres elementos tienen cabida en tu crear? Si es así, ¿de qué manera?

EA: Lo que sueño despierto suele ser más excitante que lo que experimento dormido. Sueño mientras buceo, mientras como, mientras hago el amor. Solo creo lo que he soñado previamente, por eso pongo mucho esmero en mis escenarios cotidianos. Mis sueños son ofrendas de respeto para el niño que fui.

 

SM: ¿Tus obras dejan de ser tuyas cuando las acabas?

EA: Mis obras no son mías ni cuando las empiezo. Son en todo caso de accidentes como mi origen, mi edad, mi género, mi familia, mi cuerpo… mi contexto. En definitiva, de todas esas cosas que no he elegido pero que realmente conforman las preguntas que hay detrás ellas y que son, realmente, la parte más valiosa.
Asumiendo que no son mías cuando las empiezo, no tengo ningún problema con que tampoco lo sean cuando las acabo, pero si me piden certificarlo de manera oficial, entonces prefiero firmarlas y que me las paguen.

 

SM: En relación al proyecto Ensayo de fe en la que te cuestionas los dogmas, ¿qué es para ti la fe?

EA: La fe es una pregunta que no necesita respuesta, de modo que todo lo que diga partir de ahora, por poético que resulte, es una traición al silencio que la fe requiere: La fe es aceptar que la razón es insuficiente y el lenguaje un impedimento, es reconocer los milagros, respetar la intuición, permitirse la belleza, asumir que amar lo es todo, es no esperar una recompensa, desaparecer y resucitar en los otros… la fe reside en la esperanza de ser como ya somos.

 

SM: Tu visión sobre el cuerpo, el desnudo y la censura se expone en El cuerpo incómodo o Los espacios y el placer. ¿Cómo concibes lo público vs lo privado en relación a la creación artística? ¿Qué significa para ti como artista el cuerpo?

EA: El cuerpo es el Drag del alma. Una especie de travestismo aparatoso que nos imponen al nacer con un sexo incorporado y con el que es muy recomendable relacionarse desde la compasión y el cariño. Reconociendo que se nos muere desde que nace, el acto de pasearlo, alimentarlo, hacerlo sudar, bañarlo en el mar, enseñarle imágenes, darle placer… es una buena forma de aproximarse a él y celebrar- lo. Vestirlo, una oportunidad para exaltar su ofrenda de belleza. Aunque según el caso, a veces es mejor desnudar- lo. Uno de los principales motivos por los que recurro al desnudo es porque la gente viste muy mal. Entonces pienso que su cuerpo vestirá más dignamente su alma, que la ropa que puedan ponerle encima. Esto Internet no lo aprecia y en el nombre de la libertad, como todos los censores, me borra las imágenes. Suelen apelar a que un niño no puede ver un pezón, siendo el pezón lo primero que busca un niño para llevárselo a la boca.

 

SM: Denuncias y criticas en España, Salve y Bandera Suspiros. ¿Qué buscabas con ello y que has obtenido? ¿Consideras que el (buen) artista debe tener una implicación social?

EA: En un momento en que la confrontación es el lenguaje más ortodoxo y tanto eruditos como tertulianos de televisión, políticos o artistas de cualquier índole levantan zascas como galardones de sus argumentos… evitar la controversia es para mí la aproximación vital más interesante.

Con mis proyectos no busco criticar, ni denunciar nada. No señalo otra realidad que no sea la mía o la de quienes forman parte de ellos. En España, Salve y la bandera Suspiros, tres propuestas vinculadas al tema de las migraciones, pongo el foco en la situación social desde la celebración y la conciliación, en ningún caso desacredito opciones opuestas. No me interesa el partidismo, ni el fanatismo y cada vez menos el activismo, todos acaban promoviendo la disgregación. Me dirijo serenamente hacia la ausencia de opinión.

 

SM: En la instalación Lo que se lleva reflexionas sobre ciertas banalidades que exponemos y mostramos continuamente en redes sociales y en el exterior en general. ¿Cómo te afecta esto como artista? ¿y como persona que se mueve en estas redes sociales?

EA: Las redes sociales son un buen espejo donde mirarnos. Todo lo que mostramos, lo que decimos, lo que consumimos… nos describe con inmediatez refleja. Esto las con- vierte en una oportunidad para reconocer en qué estamos, la generosidad o resistencia que tenemos a mostrarnos de determinada forma, qué nos interesa y cómo lo consumimos, cuánto reconocimiento necesitamos… Teniendo en cuenta que en ellas se nos evalúa con un criterio que relaciona afecto y cantidad, es decir conforme al número de me gustas que tenemos, cuánto nos quieren, y que la sensación de sentirse querido es químicamente placentera en nuestro cuerpo, podríamos decir que las redes sociales son un buen medidor de nuestra adicción a una idea del éxito emocional que prioriza lo cuantitativo a lo cualitativo.

En mi caso, usarlas implica preguntarme continuamente cómo las estoy usando. Esto da pie a que mi red social, que es básicamente Instagram, sea en ocasiones medio y tema de algunas de mis propuestas. El resto de las veces es un medio para involucrar a los seguidores en mis procesos, una libreta de trabajo y un buen testigo de mi desarrollo artístico y vital.

 

SM: ¿Buscas la belleza en tus obras o es un daño colateral?
EA: Tanto como a Dios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba