Las Gaviotas

Una exposición -comisariada por Victoria Rivers- impulsada por la Fundación Osborne y la Colección Casa de Indias.

En pleno simbolismo francés, el albatros se erigió como emblema de aquellos seres escindidos entre la elevación espiritual y la caída terrenal: pobres, desamparados, poetas malditos, marginados del sistema, visionarios. Esta criatura —suspendida entre la majestad de su vuelo y la torpeza terrestre—encarna esa tensión que evidencia el decadentismo francés: esa pugna que opone la vulgaridad y lo sublime. El albatros no ataca, se diluye en el cielo, observa, acompaña. Como el poeta, sufre de su propia gracilidad ante la mirada de incomprensión de la sociedad.

En L’Albatros [1], Charles Baudelaire construye una de las metáforas fundacionales del imaginario decadente, proyectando en el ave la figura del poeta moderno, marginado, incomprendido, elevado pero condenado. Esta personificación, retomada desde la mirada realista de Fernán Caballero —pseudónimo de Cecilia Böhl de Faber— en el siglo XIX nos conduce hacia una alegoría doble y paralela, donde la figura de la gaviota viene a sustituir al albatros. La gaviota de Fernán Caballero (representada a través de su protagonista femenina), más que un símbolo de libertad, es un reflejo cristalino de su propio contexto: una narración que desborda los límites de la moral burguesa, atravesada por la mirada patriarcal de la España decimonónica. El vuelo de su gaviota, levemente insinuado, reside en estado latente en su escritura, de los deseos aún no realizados, de la potencia aún no explotada.

“Las Raíces" (2024), Marina Iglesias. Óleo sobre lino 80 x 60. Cortesía de la artista
“Ángel embarazado” (2025), Anita de la Cuadra. Tejidos, guata, material de mercería, arcilla y pintura acrílica. Cortesía de la artista.

Es precisamente esta reconquista del tiempo lo que la curadora y autora Victoria Rivers ensaya con la exposición Las Gaviotas, presentada en la Fundación Osborne del Puerto de Santa María y la colección Casa de Indias. Este ejercicio curatorial funciona como un gesto de quasiarqueología emocional y política a través de seis artistas andaluzas —Sofía González, Elena Núñez Mallén, Amara Toledo, Marina Iglesias, Anita de la Cuadra y Nieves González— , cuya narrativa visual se articula en torno a tres ejes narrativos: Territorios resilientes, Voces en vuelo y Realismo expandido. Cada uno de estas ideas opera como una plataforma desde la cual se (re)visita, subvierte y resignifica la herencia simbólica de la gaviota de Cecilia Böhl, dotándola de nuevas cosmovisiones contemporáneas.

Máscaras de Anita de la Cuadra. Cortesía de la artista

Rivers propone un proyecto curatorial que actualiza y dota de un nuevo significado el vuelo, en sus propias palabras: LAS GAVIOTAS es un gesto de reparación histórica, un ejercicio de memoria desobediente que establece genealogías nuevas y necesarias. Es el encuentro entre aquella primera gaviota silenciada y las que hoy surcan los cielos de la creación sin pedir permiso, sin esconderse, sin claudicar. Una forma de escritura femenina en la literatura de Hélène Cixous; inscribiendo cuerpo, deseo, memoria en los márgenes de un canon estructurado, hegemónico y monofocal.

El vuelo de estas seis gaviotas no es alegórico en un sentido meramente abstracto, sino encarnado en sus materiales y estéticas: destacamos el atrevimiento formal de Anita de la Cuadra, el misticismo telúrico de Marina Iglesias, y la finura pop de Nieves González, cuyas obras abordan el espacio (el Palacete Fernán Caballero, una casa palacio del siglo XVIII) en un acto de reaapropiación simbólica, performativa, silenciosa.

“Jardín en una mesa” (2025)
y “Mesa en el jardín” (2025), técnica mixta sobre lienzo, ambos de Anita de la Cuadra. Cortesía de la artista
Montaje expositivo de “Las Gaviotas” en el interior de la Fundación Osborne

El paisaje no es neutral. Es político, es resistencia; un territorio de reescritura constante donde yacen las memorias omitidas y negadas. Las Gaviotas no es solo una exposición colectiva, es una herramienta poética-crítica que clama una posibilidad bulliciosa, la de habitar el tiempo de otra forma, desde un vuelo que ya no teme al abismo.

“La Santa y la fiera” (2025), Nieves González. 81 x 61 cm. Óleo sobre lienzo. Cortesía de la artista

NOTAS AL PIE

[1] Un poema terminado en 1859, pero comenzado en la década de los cuarenta.

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