el arte contemporáneo no siempre niega la tradición anterior sino que reacciona, bebe y se nutre de ella. La destrucción o la descontrucción también es creación
Escultura por Alba Cordero Rodríguez.
Sin título, 2017
Cristales rotos, acetato, latón, estaño, hilo dorado y resina epoxi.
21,5 x 21,5 x 20,5 cm
Artículo extraído del #1 de Siroco Mag, para leer más artículos como este puedes hacerte con un ejemplar entrando en el link.
Desde las eternas Grecia y Roma hasta el Romanticismo del siglo XIX y exceptuando la época medieval, el mundo del arte fue un arco espacio temporal que había mantenido sin cesar la hegemonía clásica, de repetición y recuperación de su imaginario, de la belleza, de la armonía, del equilibrio como dogma ciego.
¿Dónde sitúa esto al arte contemporáneo? ¿Debemos aceptar que el culmen de la creación ya se realizó?¿hacia donde camina el arte?
Con el Romanticismo se llegó a ciertas cotas de ruptura que seguirían creciendo con los movimientos posteriores como el impresionismo, el posimpresionismo y que llegaría a su cenit con las vanguardias del siglo pasado.
Llegados a este punto teórico en el plano del arte y situándonos en este punto de la historia, ¿qué es el arte contemporáneo en Occidente? Es, sin duda, muchas cosas y nada a la vez. Es experimentación, crítica, subversión, tradición, hiperrealismo, abstracción, instalación, participación, espectacularidad, conceptos.
El arte que se está haciendo ahora camina y se desarrolla en la más pura y absoluta libertad. No hay corrientes que adoctrinen, aunque existan apegos a tendencias, maneras, escuelas, no hay un movimiento concreto que pueda describir lo que está sucediendo. Esto, en parte, viene dado por el tipo de sociedad en el que estamos inmersos; una sociedad en constante cambio, en la que la diversidad se erige como posible definición de un tiempo difícil de describir. La distancia entre el arte contemporáneo y la sociedad es un mal que acecha al primero de forma evidente. Los museos forman parte de las modas -como todo, actualmente- y el interés en ellos nunca puede saberse con certeza si es real o no.
Un número bastante alto de la población afirma que no entiende el arte conceptual, esgrimiendo que si este precisa de un discurso tan elaborado detrás para explicar el trabajo, es que no es bueno. ¿Es acaso esto cierto? ¿El trabajo de todos los artistas fue entendido en sus tiempos respectivos? Rara vez. De hecho, sabemos por la historia que nos ha llegado que muchos de los grandes artistas que han trascendido no solían vivir de su arte. Esto tiene grandes excepciones, claro, pero lo que trato de decir es que quizás necesitamos abrir más nuestra conciencia para entender ciertas propuestas que, ahora, aún no podemos entender.
Esto que vemos hoy en día -unas obras que pasarán a la historia y otras que, por suerte o por desgracia, no lo harán- es simplemente el resultado de la sociedad que somos, ligada a su tradición.
El planteamiento del arte contemporáneo aquí descrito no desprecia el anterior. ¿Quién soy yo para desprestigiar el pasado? ¿Quién soy yo para negar el presente?