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Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH): una colección, un palacio y una forma de mirar 

El CAHH celebra un año de apertura al público. ¿Qué interrogantes sugiere su colección?.

CAHH: restauración y origen

CAHH: restauración y origen

La colección de un centro artístico no solo define el espacio físico y conceptual que la acoge, sino que se erige como un manifiesto cultural que trasciende las preferencias individuales del propio coleccionista y sus asesores. Más allá de ser una sucesión de meras piezas artísticas, estas colecciones constituyen un instrumento privilegiado para analizar las tensiones y valores de un periodo histórico concreto. Es, en este contexto, donde se inscribe el Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH), que abrió sus puertas el 11 de noviembre de 2023 en el Palacio Valeriola de Valencia, un edificio restaurado [1] del siglo XVII.

La ubicación del CAHH en este emblemático espacio no es casual: esta, responde a una estrategia patrimonial que concilia la recuperación de bienes históricos -sobre todo, ubicados en el ámbito de la Comunidad Valenciana- con la promoción del arte contemporáneo, ambas líneas fundamentales de la Fundación Hortensia Herrero [2]. El Palacio Valeriola, rehabilitado durante tres años con un enfoque de conservación que respeta plenamente su identidad histórica, cristaliza aquí en un espacio donde convergen vestigios como el circo romano, elementos del barrio judío medieval y otros usos históricos más contemporáneos, configurando un palimpsesto socio-arquitectónico. Así, el lugar queda dotado de una nueva mirada, que actualmente alberga una nutrida y rica colección de arte contemporáneo, fruto del mecenazgo histórico más tradicional.

Sala Andana vista desde la obra Runner (2011), Tony Cragg. Acero inoxidable.156 x 115 x 80 cm. Foto cortesía del CAHH. 
Sala de arte del siglo XX (con obras de Jean Dubuffet, Julio González, Alexander Calder o Roy Lichtenstein). Foto cortesía del CAHH.
Sala Anselm Kiefer. Foto cortesía del CAHH.

La colección: artistas y obras site-specific

La colección del CAHH, que incluye nombres como Andreas Gursky, Anselm Kiefer, Georg Baselitz, Cristina Iglesias, Anish Kapoor y Joan Miró, entre otros, está conformada por creaciones que abarcan un amplio espectro geográfico y generacional. En ella, destaca además la representación de artistas valencianos como Juan Genovés, Andreu Alfaro y Elena del Rivero, junto a figuras internacionales como David Hockney o El Anatsui. Sin embargo, pese a su riqueza y amplitud, se evidencia en la colección dinámicas aún vigentes en el sistema artístico global, como la infrarrepresentación de mujeres artistas, que apenas alcanzan el 20%. Este dato, lejos de ser anecdótico, pone en cuestión la pretendida universalidad del relato que estructura el canon artístico contemporáneo. Sin embargo, las seis obras site-specific que vertebran la colección -y el propio Palacio Valeriola en sí mismo- destacan por su capacidad para transcender la simple interacción física con el espacio, inscribiéndose en un marco dialógico más amplio que incluye universos conceptuales como la memoria histórica y los imaginarios urbanos valencianos. 

Un ejemplo paradigmático de esta interacción es la instalación audiovisual de Mat Collishaw [3], que rinde homenaje al circo romano que se ubicaba en Valencia. La obra, proyectada en una pantalla LED transparente con forma elíptica, recrea una carrera de cuadrigas en un entorno que remite tanto al pasado histórico como a la espectacularidad mediática del presente. En este sentido, la pieza no solo puede conversar con la arquitectura del Palacio Valeriola y con el patrimonio cultural valenciano que rodea el conjunto, sino que también interpela al visitante desde el cruce de temporalidades y tecnologías. Como señala Jacques Rancière, el espectador contemporáneo no es un sujeto pasivo, sino un intérprete activo que participa en la construcción del significado de la pieza: la obra no solo se contempla; se interpreta y se vive. Este enfoque se complementa con las reflexiones de Walter Benjamin sobre la experiencia contemplativa y con la autonomía estética defendida por Clement Greenberg, conceptos que encuentran en el site-specific un terreno fértil y propicio para su continua reformulación crítica.  Así, las seis intervenciones site-specific[4] del CAHH condensan una doble dimensión: por un lado, funcionan como obras autónomas, capaces de generar significados dentro de sus propios límites formales y estéticos; por otro, se integran en el espacio histórico y dialogan con él, cuestionando la debatida linealidad temporal y generando un continuum simbólico entre el ayer y el hoy. Este enfoque convierte al CAHH en un arquetipo de la experiencia museística contemporánea, donde la obra de arte no solo es objeto digno de contemplación, sino también un elemento capaz de implicar intelectual y emocionalmente al público.

Tempesta (2022), site specific de Jaume Plensa. Acero inoxidable. 530 x 560 x 620 cm. Foto cortesía del CAHH.
Sala Georg Baselitz (Das schwarzbraune Lied, 2023/ Bündel, 2015). Foto cortesía del CAHH.
Sala Juan Genovés. Foto cortesía del CAHH.

El Centro de Arte Hortensia Herrero no se limita a ser un contenedor -expositivo- de arte ni un espacio de conservación patrimonial; este es un núcleo en el que historia y contemporaneidad convergen, donde el mecenazgo, lejos de ser una práctica arcaica y obsoleta, se revitaliza como herramienta para redefinir el papel del arte en la sociedad. Las piezas exhibidas y las intervenciones arquitectónicas no solo reflejan un periodo o un contexto, sino que generan un discurso crítico que invita al espectador a reflexionar sobre su lugar en el entramado cultural y sociohistórico que habita y que le rodea. Así, el CAHH se posiciona como un espacio de mediación cultural que no solo preserva, sino que produce significado. El espacio expositivo ya no solo encierra arte, sino que transforma la experiencia en un acto profundamente liberador y consciente.

Capilla (2023), site specific de Sean Scully. Instalación de vidriera policromada./ Landline Heat (2020), Sean Scully. Óleo sobre aluminio. 215,9 x 190,5 cm. Foto cortesía del CAHH. 

NOTAS AL PIE

[1] Por el estudio valenciano ERRE Arquitectura.

[2] Que antecede el CAHH y sostenía el germen de mecenazgo que se verá culminado en el Centro.

[3] En relación a esto, atendemos a las palabras de Javier Molins -asesor artístico del CAHH-: Esta parte multimedia tiene su colofón en la planta baja con la videoinstalación de grandes dimensiones que Mat Collishaw ha realizado en homenaje al circo romano de Valencia. Esta obra es fruto de la visita de Collishaw al palacio de Valeriola durante la exposición que tuvo lugar en la cortina de Ron Arad en la Marina de Valencia. El artista pudo conocer los detalles de la restauración y el descubrimiento del circo romano, que data del siglo II d. C. Un circo que medía trescientos cincuenta metros de largo y setenta de ancho y que acogería todo tipo de espectáculos, principalmente carreras de cuadrigas, hasta el siglo V d. C. Mat Collishaw quedó impresionado por todos estos hallazgos y propuso realizar una videocreación que se proyectara en una pantalla de LED transparente con la forma elíptica del circo romano. Un vídeo en el que podemos ver a un caballo, ese animal fascinante que siempre ha acompañado al hombre, que empieza caminar y luego a cabalgar y al que se unen otros caballos que al final forman parte de una carrera de cuadrigas en medio de una multitud enfervorecida que grita y anima a los animales. Un ejemplo de esa obra de Collishaw en la que aborda temas clásicos de la historia del arte desde el punto de vista de las nuevas tecnologías.

[4] De los artistas Sean Scully, Tomás Saraceno, Jaume Plensa, Cristina Iglesias y Olafur Eliasson, además de Mat Collishaw.

Agradecimientos a Fundació Visit València (que trabaja por un turismo de calidad, con una fuerte apuesta por el arte y la cultura, posicionando de esta manera a Valencia)

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