el cuerpo y su sublimación como objeto artístico, la externalización del dolor y el sufrimiento, la performance y la sangre

Identidad, el abismo entre lo que somos, lo que mostramos y lo que  los demás ven de nosotros. La herencia cultural, los estereotipos, el cuerpo elevado a objeto artístico, la catarsis y la tela de araña. La autobiografía y la autrorepresentación como medio y como soporte, el sufrimiento y el dolor y la escenificación de lo banal y lo sublime.

 

Lygia Clark en Brasil y Pilar Albarracín en España, conectadas a través de un hilo invisible que nos ayuda a comprender y a vivir las obras de arte, sintiéndonos parte de ellas.

Con Lunares, al igual que con Baba antropofágica o Camisa de força de Clark, Albarracín entra en el mundo del espectador para sacudirlo y mostrarle el sufrimiento, la fuerza y el exteriorizar el interior de uno mismo.

 

Pilar Albarracín es una artista cuyos leit motiv se van repitiendo a lo largo de su trayectoria artística pero de manera distinta, fruto de la relación autiobiográfica con sus propias obras. El cuerpo en ellas es fundamental, funcionando como medio y fin.

La entidad corpórea como objeto ha tenido una trayectoria permanente en la historia del arte, viajando desde la simple representación hasta su negación, su uso como catalizador y su sublimación a modo catártica. Albarracín utiliza su cuerpo para sentir sus propios trabajos, estableciendo una doble relación con la obra por un lado, y con el espectador por otro.

Esto hace que la participación del espectador -hecho fundamental para entender el arte contemporáneo- en los trabajos de Albarracín sea crucial. Se busca sorprender, herir, sentir, disfrutar pero nunca la impasividad; la obra de arte finaliza con la recepción del propio público.

 

 

Con Lunares asistimos a la representación de un autorretrato, las dos grandes corrientes del arte clásico, pero con la vertiente de la proyección psicológica, el folclore, la identidad propia e individual y la búsqueda de externalizar el sufrimiento, ahondando en él de manera física y espiritual.

La trayectoria de Albarracín se puede rastrear en la multidisciplinareidad de sus obras y los tópicos que trabaja: la mujer y la cuestión femenina, la identidad cultural e individual, la visibilidad de minorías invisibles.

 

Pilar Albarracín, al igual que Lygia Clark, enuncian desde el Yo en primera persona y desde la identidad y la herencia que les otorga ser mujeres en sus respectivos contextos. Ambas establecen relaciones una particular relación con un público partícipe a través de su cuerpo -tanto figurada como literalmente- y crean a partir de conceptos universales que individualizan.

Lygia Clark, las formas, el cuerpo, el movimiento, lo performativo, la identidad femenina, la catarsis, la obra de arte colectiva; Pilar Albarracín, el color, el folclore, la multidisciplinareidad, la identidad, la mujer, el autorretrato. Lunares, el punto de encuentro, el abrazo común, la unión de la catarsis con la performance, la identidad de la música y la cultura, el dolor y el sufrimiento en movimiento, el autorretrato.

La sangre, la naturaleza muerta, el cuerpo y la mujer.

Fotografías: cortesía de Pilar Albarracín. Fotogramas de la vídeo/performance Lunares (2004)

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